La inflamación se volvió un estado “normal” de nuestro cuerpo. Aunque la inflamación es una herramienta que utilizan nuestros tejidos para defenderse de contusiones o del ataque bacteriano, tener un grado aumentado de inflamación es perjudicial.
Te voy a contar qué nos inflama más de la cuenta: Por ejemplo, estar atrapado en un estado de ansiedad sin pausa, un alto consumo de carbohidratos refinados, un mal balance en la ingesta de grasas, mantener un estado metabólico inactivo con un porcentaje de grasa aumentado en el cuerpo , sobre todo en el abdomen.
“Entre más grande el perímetro de la cintura, más inflamación y más riesgo de infarto cardíaco.”
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Entrar en un estado antinflamatorio.
La inflamación se convirtió en nuestro estado interno “normal” para el individuo. Acelera la vejez y la presencia de cáncer. Aumenta la enfermedad cardiaca, la depresión y el síndrome de estrés postraumático. La inflamación persistente es un estado común en nuestro organismo que lesiona las barreras de protección en órganos vitales como el intestino, las arterias y el cerebro. Debe ser controlada lo más pronto posible porque va dañando cada vez más los tejidos.
La alimentación que promueve la antinflamación es importante, ya que la inflamación crónica crea un ambiente que promueve las mutaciones progresivas y las expresiones del ADN hacia la progresión a un tumor (193).
Mencionemos algunos alimentos con actividad antinflamatoria (con fitonutrientes): Aceite de oliva, Tomate, naranja, frutas, hortalizas, uva, arándano, cítricos, remolacha, berenjena, soja, lentejas, arvejas, té verde, cacao.
El resveratrol: Polifenol de los frutos secos, frutos rojos y de la piel de la uva, tiene un efecto antinflamatorio. La uva mejora la presión sanguínea y la glicemia (206).
El ayuno y la baja ingesta de calorías y la dieta mediterránea tienen efectos moduladores del sistema inmune y efecto antinflamatorio. (117).
La dieta modula la inflamación. Dietas que elevan menos el azúcar y son altas en granos enteros disminuyen la inflamación en diabéticos (113).
Té verde, junto con el kiwi y el berro disminuyen el daño del ADN. La quercetina: Ayuda en el manejo de la hipertensión, es un antioxidante y está presente en el té, cebollas, piel de las manzanas, lechuga, brócoli y arándanos. El resveratrol, y la quercetina tienen también efectos favorables en el control del azúcar (160).
Debe haber un buen aporte de vitaminas (111). La vitamina D: No solo fortalece los huesos, sino también tiene un efecto antinflamatorio (206). La vitamina E: Es antioxidante, se encuentra entre otros en aceite de oliva, almendras, maní, lácteos, hortalizas de hoja verde.
Se recomienda el consumo de nueces para prevenir el riesgo de enfermedad cardiaca fatal.
La ingesta de yogur puede disminuir la enfermedad cardiovascular, ayuda a proteger la mucosa intestinal, disminuye la posibilidad de colonización de bacterias nocivas, acidifica y reduce el daño y la inflamación intestinal (161).
La pérdida de peso tiene un efecto antinflamatorio (378). Igual efecto lo hace la dieta baja en carbohidratos y baja en grasa, pero el efecto es mayor con la disminución de los carbohidratos (379), que además mejora la función cardiovascular (380), siendo muy útil en obesidad y diabetes (381). Dietas bajas en grasa animal y bajas en calorías con aumento del consumo de vegetales están relacionadas con mayor longevidad (382).
Bibliografía en el libro .la estrategia del bienestar .Carlos A Camacho
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